«¿Herbert escribe memorias? ¿Ensayos? ¿Novelas? Sus libros son mash-ups de recuerdos, investigación y ornamentación ficcional, marcados por una cálida falta de respeto por los géneros -como es la vida.»
The New York Times
Si, como dijo Alfonso Reyes, el ensayo es el centauro de los géneros, la crónica es un mestizo más exótico o salvaje: el grifo de la literatura.
Este libro es una jaula sin barrotes donde merodean algunas de esas criaturas: la marchita eternidad de Acapulco y la vocación de Mazatlán como food court del alma; una temporada de rockstar en el desierto y un recuerdo del Mundial de Alemania 2006 robado por el autor a un examante de su novia; un hotel en Shanghái donde toca la banda de jazz más antigua del mundo y la visita de la reina de Inglaterra al puerto de La Paz, Baja California Sur; el brutal asesinato de una adolescente chilena en la región del Maule y un retrato a mano alzada del Fiscal de Hierro, persecutor de guerrilleros suicidas, homeópatas marxistas y gavillas narcomatriarcales que protagonizó la lucha contra la delincuencia organizada en los años setenta en Nuevo Laredo.
Las ocho narraciones de este libro realizan una de las suertes mayores de la literatura: ir de lo íntimo a lo general, o viceversa. También nos recuerdan que no hay promesas sin resaca.
Los nueve relatos de este singular tratado ofrecen al lector la posibilidad de satisfacer uno de los placeres más exquisitos, más ordinarios y menos confesables que afligen al ser humano: el de contemplar todos los rincones de la vida ajena por una ranura impune. Frente a nuestros ojos se despliega una galería de estampas turbadoras, de situaciones y diálogos que despiertan la inquietud o la risa, la piedad, la envidia o el espanto. Apelan a los bajos instintos y a las altas reflexiones. Hay sexo crudo y cocido, naturalmente, pero también lujurias sutiles, casi transparentes. Hay personajes sórdidos, seres extraños e individuos convencionales que buscan caminos para eludir la convención. Hay locos de remate. Hay cuerdos lunáticos. Hay apetitos ingobernables y sentimientos complejos. Hay, por supuesto, una impúdica exhibición de las muchas infidelidades que nos habitan en cuerpo y alma.
Hay, por encima de todo, un humor ácido y negro
que nada oculta a la vista, que ilumina las sombras. 'Tratado de la infidelidad', sin embargo (o quizá por ello), no solo nos convierte en espectadores voluntarios: esa indiscreta ranura es también el espejo que nos devuelve la imagen de nuestras paradojas, de las verdades que no afrontamos y las mentiras que nos consuelan. Como dice Sofía Ramírez en la revista 'Cuadrivio', esta obra 'busca provocar a las buenas conciencias'. Y lo consigue. Entonces empezamos a vislumbrar 'una porción de instantes infinitos que vuelven una y otra vez'. Eso es la felicidad si hemos de creer a los tratadistas que han compuesto estas páginas.
Esta obra obtuvo el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez en el año 2008.
Grabado en español neutro (América Latina).
'La noche antes de que in tren le arrancara las piernas a Ernesto de la Cruz y Doc Moses soñara con un venado muerto y Plutarco Almanza tuviera la desgracia de toparse con el hombre de las botas grises, Guzmán se enderezó en la cama con una aureola de vértigo envolviéndole la cabeza.' Esta descarga verbal rompe el fuego y marca el territorio de la novela que inauguró el universo narrativo de Julián Herbert y lo situó explosivamente en el centro de nuestra geografía literaria. 'Un mundo infiel'nos conduce al idioma fronterizo del Norte mexicano, una tierra desaforada donde putas, fornicadores, psicópatas y virtuosos deambulan sin rumbo en busca de nada. No hay destino ni desenlace: sólo hay un presente interminable.
Grabado en español ibérico (España).