Este libro es un crudo relato autobiográfico que se asemeja al bestseller internacional La cruz y el puñal.
Casey Díaz llegó a este país cuando tenía dos años, siendo el hijo mayor de inmigrantes salvadoreños que se establecieron en los suburbios del centro de Los Ángeles en la década de 1970. Un padre abusivo que golpeaba constantemente a su madre arrastró a Casey a las pandillas callejeras a la edad de once años. Escaló rápidamente dentro de los Rockwood Street Locos y participó en invasiones a hogares, robo de automóviles y en el apuñalamiento de sus rivales, muchas veces con tan solo un destornillador o un cuchillo.
A los dieciséis fue arrestado y sentenciado a casi trece años en una prisión estatal por asesinato en segundo grado, y recibió cincuenta y dos cargos por robo. Al cabo de dos años fue enviado a la Prisión Estatal de New Folsom y puesto en confinamiento solitario durante veintitrés horas al día.
Cuando una mujer mayor de color, que servía en el ministerio carcelario, se acerca a su celda y le dice que Jesús lo ama y que Dios lo va a usar algún día, Casey se burla de ella. Entonces, un día ocurre un hecho milagroso en su celda. Al igual que una película, ve su vida "proyectada" en la pared de la celda. Se ve a sí mismo como un pequeño niño en su antiguo barrio, y luego observa sus primeros días en las escenas de las bandas, hechos que solo él podía recordar. Luego ve a un hombre de pelo largo que carga una cruz, y una multitud que le grita. Él es clavado en la cruz y colocado entre otros dos condenados a muerte. El hombre de la cruz lo mira y le dice: "Estoy haciendo esto por ti".
"This is a story of a tough young man who lost his way, and of a loving God who never forgot him, no matter where he was." - Nicky Cruz, bestselling author of Run Baby Run
The son of El Salvadorian immigrants, Casey Diaz was brought to Los Angeles at the age of two. An abusive, impoverished family life propelled Casey at only eleven years of age into the Rockwood Street Locos gang. Casey was willing to do anything to be number one, but years of chasing rival gang members led to a dramatic ambush and arrest by the LAPD.
At just sixteen, Casey was sentenced to more than twelve years in solitary confinement in California's toughest prison as one of the state's most violent offenders. He thought his life was over.
Yet, when a determined elderly woman paid Casey a visit, a whole new world of possibilities began to unfold. Casey scoffed as she quietly insisted God was going to use him. As the days in solitary wore on, Casey realized Someone else was calling the shots. What happened next can only be described as a miracle.
Perfect for:
People who believe they're too far goneParents who want to keep their kids out of gangs - what are the warning signsSocial workers who interact with at-risk youthThose looking for a gritty, informed perspective on LA street gangs and gang culture
A visceral insider's look at the violent world of gangs and prison life, The Shot Caller is a remarkable demonstration of God's reckless, unending grace and His desire to reach even the worst of sinners-no matter where they are.
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