Una vida organizada, un trabajo seguro, un ático de lujo y un novio de buena familia...
Todo parece ir a las mil maravillas, sin embargo, Fabiola siente que algo falla.
Hastiada de que todo en torno a ella acabe siendo tan cuadriculado, se arma de valor y acaba haciendo algo que hasta no hace mucho le parecía impensable: tener un rollo de una sola noche.
Y a partir de ese instante comienza a ver las cosas de otro modo.
Su trabajo ya no es tan seguro. Su novio es un imbécil y su vida necesita oxígeno.
Y los rollos de una noche... realmente merecen la pena.
Ryan trabaja como guionista en una exitosa serie de televisión. Allí da rienda suelta a su creatividad, pero siempre intentando no salirse de los convencionalismos. Pero en su vida privada es muy diferente: rompe con las normas establecidas ya que no está dispuesto a que nadie le dicte qué se puede o no se puede hacer. Y menos aún en lo que se refiere a su sexualidad, basada en un único principio: la alternancia.
Para ello, nada mejor que dejar fuera del dormitorio las cuestiones sentimentales, pues de esa forma le resulta mucho más sencillo mirar hacia delante. Sólo una vez se saltó esa norma y tiene muy claro que no volverá a dejarse llevar por sus sentimientos.
¿Quién estaría dispuesta a aceptar una relación en esos términos?
No se puede tener de todo en esta vida, y cuanto antes lo asumamos, mejor.
Esta filosofía es la que Wella pone en práctica día a día, centrándose en su trabajo y evitando ser arrastrada por su amiga a una vida social en la que no termina de sentirse cómoda.
Puesto que hasta la fecha no ha tenido mucha suerte que digamos con el sexo opuesto y empieza a creer que son una leyenda urbana, decide ser pragmática y olvidarse de los hombres.
Sin embargo, las cosas se complican durante su convalecencia en el hospital tras sufrir un accidente. Allí conocerá a Matt, el médico encargado de su recuperación, quien tendrá que armarse de paciencia no sólo para convencerla de que debe seguir sus consejos médicos, sino también para que deje de desconfiar, acepte la realidad y asuma, de una vez por todas, que en la vida sí se puede tener de casi todo.