Hasta la muerte de don Julio, Bahati vive bajo su techo junto a Ojosdeagua y a un esclavo homosexual que hace de madre del pequeño. Los cuatro forman una extraña familia en la que los tres adultos ocupan la mayor parte de su tiempo cuidando a Ojosdeagua e instruyéndolo con la esperanza de que algún día pueda tener la formación necesaria para enviarlo fuera de Cuba y continuar con sus estudios.
Muerto el amo, Bahati se ocupa de la administración de un ingenio vecino y de enviar cartas y dinero a su protegido, que finalmente consigue ser profesor en el instituto Tuskegge de Alabama.
Desde que llegó a Cuba, Bahati nunca había salido de la isla. Pero el nombramiento de Ojosdeagua como profesor honorífico por la Universidad de Harvard lo anima a viajar a Massachusetts. Lo que no sabe es que en Massachusetts no solo lo esperan Ojosdeagua y su familia, también se reencontrará con Balbina y con una sociedad americana en plena segregación racial.
Bahati ya no regresa a Cuba, decide quedarse en el instituto Tuskegge junto a aquel pequeño que nació en el Malabají con la intención de ilustrar a todos los antiguos esclavos y sus herederos, y ayudarlos a luchar contra la segregación.
Los dos últimos esclavos vendidos en La Habana ya son libres, pero aún les espera un largo camino por recorrer.