La brecha de oportunidades entre hombres y mujeres sigue abierta y más real que nunca. Debimos tratar de concretar una democracia paritaria, o sea representativa y radical, y buscar cumplir las metas del milenio decretadas por las Naciones Unidas a principios de siglo. No obstante, gracias a los aportes del feminismo, temas como el doloroso capítulo de las violencias contra las mujeres en un contexto de recrudecimiento del conflicto armado o el de los derechos sexuales y reproductivos, incluido lógicamente el capítulo del aborto y de las diversidades sexuales, son hoy inevitables.
Ante todo, es un ensayo que busca poner en palabras una experiencia humana total de lo lícito y lo prohibido, una experiencia que atraviesa la vida de millones de mujeres y que está inscrita en sus cuerpos: la experiencia del dolor que puede producir vivir, amar y decidir. Había que decirlo le regala a la palabra 'aborto' unas líneas con el fin de darle una realidad capaz de reflejar una experiencia límite. Y si bien ya existen diversos escritos sobre el tema, muchos trabajos académicos y científicos de expertos y expertas en la materia, y otros muchos, misóginos, aberrantes y odiosos –en general escritos por hombres–, no se ha dicho todo lo que se debe decir sobre este tema: decir lo indecible. Ese indecible que ningún hombre ha podido vivir ni experimentar.
No obstante, este ensayo vivencial no habla sólo de la experiencia de la autora; quiere plasmar otras.